La Unión Internacional de Mecánica Teórica y Aplicada (o IUTAM, International Union for Theoretical and Applied Mechanics, en inglés) es una sociedad de investigadores en Mecánica de ámbito internacional. Elsevier publica las actas de los simposios organizados por IUTAM bajo el nombre Procedia IUTAM. IUTAM se originó cuando Theodore von Kármán, profesor en Aquisgrán (Alemania), celebró una conferencia en Innsbruck en septiembre de 1922 para discutir cuestiones de hidrodinámica y aerodinámica. El primer congreso del IUTAM se celebró en Delft (Países Bajos) en 1924. En la actualidad, los principales objetivos de la Unión son establecer un vínculo entre las personas y organizaciones que realizan trabajos científicos en todas las ramas de la mecánica teórica y aplicada y ciencias afines, organizar congresos internacionales de mecánica teórica y aplicada y otras reuniones internacionales sobre temas de mecánica, y realizar otras actividades destinadas a promover el desarrollo de la mecánica como rama de la ciencia. En la actualidad, más de 500 científicos activos participan en el IUTAM, representando a unos 50 países y 20 organizaciones internacionales afiliadas.
IUTAM concede cada cuatro años el Premio Batchelor para reconocer investigaciones destacadas en dinámica de fluidos.
Las tecnologías de la inteligencia artificial (IA) hacen emerger con mayor fuerza una pregunta central para la filosofía contemporánea: ¿cómo se generan los desplazamientos éticos a través de la producción de nuevas formas de convivencia tecnológica? Saber en qué consisten estos desplazamientos y si contribuyen, o no, a determinados tipos de convivencia es más urgente que precipitarse a una producción de normativa que no se enfrenta a los cambios inherentes al nuevo entorno.
Pero una de las consecuencias que apuntan en este enfoque es que la programación, sometida a las lógicas de la anticipación, no puede resolver el problema simplemente. La programación tiende a la formación de nichos o esferas en los que los individuos se desenvuelven perdiendo visión de la complejidad; la delegación de los cálculos a las máquinas hace que disminuya no sólo la capacidad del cálculo aritmético sino la imaginación matemática, creando nichos epistémicos crecientemente reservados a las máquinas; la minería de datos borra las diferencias entre lo público y lo privado, afianzando modos de comportamiento que esquivan la autorreflexión y el escrutinio de nuestras acciones en relación al bien común. Pero ¿pueden los programas desenvolverse en un sentido contrario, fortaleciendo las destrezas epistémicas, haciendo visible la complejidad, la participación política y la diversificación de bienes comunes en un mundo tecnológicamente denso? O en otros términos, ¿podemos encontrar en ellos claves para una ética robusta de la convivencia tecnológica?
Las contribuciones de este número desgranan las transformaciones en las nociones de autonomía, creatividad y precariedad en el contexto de la IA.
En 2011, un grupo de jugadores, llevados por la competencia sana en un juego online, lograron descifrar un problema que había traído de cabeza a los virólogos durante una década. En solo tres semanas, descifraron la estructura tridimensional de una proteína del VIH, considerada una posible buena candidata para el desarrollo de fármacos antirretrovirales. El juego en cuestión se llamaba Foldit y sus jugadores llegaron incluso a formar parte de la lista de autores del estudio científico que se publicó más tarde.
Esta historia fue uno de los ejemplos de ciencia ciudadana y juegos que puso la física Sara Gil en una charla reciente en el evento de divulgación científica Desgranando Ciencia. Sin duda, es un gran ejemplo de todas las cosas buenas que pueden salir si mezclamos ambas cuestiones.
Pero la cosa no terminó con el VIH. De hecho, desde entonces se han introducido en el juego proyectos vinculados con el hallazgo de la estructura de otras proteínas relacionadas con enfermedades tan sonadas como la propia COVID-19.
El juego intentaba desafiar a los usuarios para que ayuden a desarrollar una estructura de proteina que impida que el virus se adhiera a las células humanas. En este sentido, el desafío que proponía el puzzle, y uno de los mayores escollos para la creación de un remedio contra él, consiste en diseño de una nueva proteína que se una a sus cadenas laterales, bloqueando las interacciones con el receptor humano.
No es solo un juego que pone a prueba la habilidad del usuario, también una forma de ayudar a la ciencia sin necesidad de conocimientos específicos. Este puzzle, está disponible en Foldit, una web creado por el Centro de Ciencias del Juego de la Universidad de Washington que fue diseñada para alojar este tipo de contribuciones de investigación colectiva de proteínas, tiene más de 200,000 jugadores registrados.
El juego online Foldit es uno de los más veteranos relacionados con ciencia ciudadana. La ciencia ciudadana consiste en dar herramientas a la población no especializada o amateur para que ayude a los científicos en búsquedas que, de otro modo, les llevarían mucho tiempo. Se usa mucho, por ejemplo, en astronomía, para observar determinados fenómenos.
Como se explica en su página web, trata de dar respuesta a un reto científico, esto es, una ‘zona gris’ en la que la capacidad de procesamiento del hombre supera a la máquina: el desconocimiento de ciertas funciones de las proteínas.
EL VIDEOJUEGO FOLDIT PERSIGUE EL OBJETIVO DE QUE EL JUGADOR DESCUBRA NUEVAS FUNCIONES DE LAS PROTEÍNAS
Foldit es un puzle en 3D en el que el jugador manipula la estructura de una proteína -con una forma similar a la de una lombriz- en 360 grados. La va moviendo y doblando con el objetivo de lograr la forma más perfecta utilizando las herramientas que proporciona el juego.
Según qué forma se le de a la proteína, esta asumirá una función u otra. «Foldit estudia cuál es la estructura morfológica de las proteínas, de las que desconocemos muchas de sus funciones. El jugador tiene la libertad de, según un patrón de normas, ir definiendo nuevas estructuras. El 60 por ciento de las veces, estas formas no funcionan en términos científicos. Pero en el 40 por ciento restante, sí que son válidas». informa el comisario de la exposición ‘Homo Ludens’, Luca Carrubba, codirector de la asociación de creadores de videojuegos ArsGames.
Las soluciones de mayor puntuación son analizadas por investigadores que determinan si existe o no una configuración estructural que pueda tener aplicaciones relevantes en proteínas reales. Los científicos comprueban si estas soluciones se pueden aplicar para combatir y erradicar enfermedadescomo el cáncer, el sida o el alzheimer y crear innovaciones biológicas aplicables en nuevas curas. La revista ‘Nature’ publicó en 2010 un artículo en el que atribuía a los 57.000 jugadores de Foldit el haber proporcionado resultados que igualaban o superaban las soluciones calculadas algorítmicamente.«La intuición es clave en este tipo de partidas. No siempre que jugamos seguimos unos patrones lógicos. A veces fallamos a nuestra propia lógica, pero precisamente ahí puede haber una solución válida desde el punto de vista científico», dice Carrubba. Este amante de los videojuegos explica que se trata de proyectos que están dirigidos a todo tipo de público: «Para jugar no es necesario tener conocimientos en Biología, Química o en Ingeniería. Aunque la primera comunidad a la que apelaron este tipo de juegos fue a la científica».
Nuevos escenarios y desafíos para la ciencia abierta. Entre el optimismo y la incertidumbre. Mariano Fressoli y Daniela de Filippo (coord.). Nueva Etapa, 2021. (aRBOR, Vol. 197 Núm. 799 (2021) DOI: https://doi.org/10.3989/arbor.2021.i799
Monográfico del la revista Arbor en acceso abierto
La Ciencia Abierta, tal como la define Foster Open Science, es la práctica de la ciencia de tal manera que otros puedan colaborar y contribuir, donde los datos de la investigación, las notas de laboratorio y otros procesos de investigación estén disponibles gratuitamente, bajo términos que permiten la reutilización, redistribución y reproducción de la investigación y sus datos y métodos subyacentes. La Investigación científica innovadora tiene un papel crucial en el tratamiento de los desafíos globales – que van desde la atención de la salud y el cambio climático con las energías renovables y la gestión de los recursos naturales.
Este artículo ofrece una visión sobre los nuevos escenarios que enfrenta la ciencia abierta en un contexto marcado por desafíos micro y macro estructurales que la pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto. En primer lugar, se describen las políticas en el ámbito del acceso abierto, punta de lanza de la ciencia abierta y las resistencias que todavía encuentran estas prácticas. Se analiza, también, la participación de diferentes actores en los procesos de construcción de conocimiento científico, a través de prácticas de investigación participativa y ciencia ciudadana, así como en la creciente preeminencia de los datos. Se discuten, además, las principales tensiones estructurales que aparecen en los procesos de apertura analizando la construcción de políticas públicas sobre ciencia abierta. A modo de cierre, se introduce una reflexión sobre la situación actual en la que la epidemia del coronavirus está mostrando el rol cada vez más central que las prácticas abiertas tienen y tendrán en nuestra sociedad.
El Dr. Antonius G. Rolink es jefe de la División de Inmunología Molecular del Departamento de Ciencias Clínicas y Biológicas de la Universidad de Basilea. Ha extendido su valioso servicio en Genética y Biología Molecular. Su experiencia internacional incluye varios programas, contribuciones y participación en diferentes países para diversos campos de estudio.
Este Tema de Investigación honra la memoria del Prof. Antonius «Ton» G. Rolink (19 de abril de 1953 – 06 de agosto de 2017), Investigador colega, mentor y amigo en Este libro sobre Investigación honra la memoria del Prof. Antonius “Ton” G. Rolink (19 de abril de 1953 – 06 de agosto de 2017), Investigador colega, mentor y amigo en inmunología. Esta colección de artículos, de la que son autores muchos de los amigos y colegas de Ton, refleja la enorme contribución a la inmunología celular y molecular que los trabajos emanados directamente de las propias manos y del laboratorio de Ton han aportado a la comprensión del desarrollo de los linfocitos. El trabajo duro, la experiencia, la generosidad, la pasión por la ciencia…